Por estos días los árboles de ven cansados, sus hojas cambiar de color y en algunos, ya han comenzado a tapizar la tierra. La disminución progresiva de la temperatura y los días más cortos activan la necesidad de ajustar su metabolismo y comienzan a prepararse para el invierno.
Lo anterior me recuerda el miedo. Esta emoción básica que se activa en los seres vivos frente a las amenazas.
¿Será que los árboles están experimentando alguna manera miedo?.
Si esto está ocurriendo afuera, ¿qué sucederá en nuestro interior?
¿Tendrá esto que ver esto con la sensación de vulnerabilidad que escucho de las personas que me consultan y también en mi misma?
Me he convencido de que a las personas, el entorno nos influye más de lo que alcanzamos a darnos cuenta. Me pregunto...¿Qué cambiaría si este fenómeno fuera más consciente?. Pareciera que como lo ha sido para los pueblos más vinculados con la tierra, aceptar esta incomodidad invitaría a soltar las hojas que insistimos en sujetar (o como diríamos en términos humanos, controlar).
¿Cuánta energía gastaremos intentando controlar lo que está fuera de nuestro alcance o pretendiendo sentir como en la primavera o el verano?
Otra cosa que me surge mirando mi jardín en otoño, es la posibilidad que se despliega (para algunos árboles y arbustos) al ser podados, para que broten sanos y fuertes en primavera. Así, buscando las semejanzas...¿Será esta la temporada de pedir ayuda para podar aquello que molesta?
"....Se respira
ResponderEliminarel cambio
de fronteras,
de la humedad al viento,
del viento a las raíces.
Algo sordo, profundo,
trabaja bajo la tierra
almacenando sueños.
La energía se ovilla,
la cinta
de las fecundaciones
enrolla
sus anillos.
Modesto es el otoño
como los leñadores.
Cuesta mucho
sacar todas las hojas
de todos los árboles
de todos los países...."
"....La primavera
las cosió volando
y ahora
hay que dejarlas
caer como si fueran
pájaros amarillos.
No es fácil.
Hace falta tiempo.
Hay que correr por todos
los caminos,
hablar idiomas,
sueco,
portugués,
hablar en lengua roja,
en lengua verde.
Hay que saber
callar en todos
los idiomas
y en todas partes,
siempre
dejar caer,
caer,
dejar caer,
caer,
las hojas.
Difícil
es
ser otoño,
fácil ser primavera...."
"....Vamos
a preparar la tierra
y a enseñarla
a ser madre,
a guardar las semillas
que en su vientre
van a dormir cuidadas
por dos jinetes rojos
que corren por el mundo:
el aprendiz de otoño
y el otoño.
Así de las raíces
oscuras y escondidas
podrán salir bailando
la fragancia
y el velo verde de la primavera. " (Neruda)