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"En este Blog muestro mis reflexiones acerca de los procesos de aprendizaje"

sábado, 13 de septiembre de 2014

Vivir sintiendo que SOMOS SUFICIENTES


A propósito de un proyecto de Temazcales Ontológicos, en el que estamos con mi amiga/hermana Sole, he navegado en las profundidades de algunos temas. Previo a cada Temazcal, leo de ellos, converso con otros, los veo en mis coachees y sobretodo, los observo en mi misma. 

El primero fue la abundancia y que me tuvo pegada en nuevas comprensiones acerca de la escasés, un buen rato. El segundo, postergado dos veces por lluvia, me tiene hace más de un mes reflexionando acerca de la suficiencia. ..¿qué es aquello que nos produce esa angustia existencial, que conozco y reconozco en las personas que me consultan?; ¿Qué será eso que nos hace esforzarnos, a veces, hasta el borde de nuestras fuerzas?.

Pareciera que buscamos sentirnos suficientemente inteligentes, buenas personas, guapos, exitosos o cualquier atributo que sea valorado por la comunidad a la que pertenecemos como un mandato para pertenecer. Pareciera que pensamos, que nuestro vecino, además de tener el pasto más verde, por esta causa es más feliz.

Si entendemos como operan las creencias en nuestras forma de ser, nos darnos cuenta de que hemos sido “programados”, a través de sistemas de creencias que absorbimos de los discursos culturales que escuchamos desde niños. Vimos estas creencias como verdades y nos cuesta someterlas a una revisión. 

Por otro lado, la publicidad (que opera como una energía orquestadora de la cultura, de la que cuesta mucho trabajo sustraerse), ha utilizado  estas creencias como mandatos asociando mejores niveles de suficiencia al logro de la felicidad.  Como si  la felicidad fuera un punto terminal y existiera un camino de conquistas para llegar a ella.

Me he estado preguntando el valor de trascender la insuficiencia. El proyecto Temazcales ontológicos es fruto de esta inquietud.
Por un lado, desde el coaching ontológico he aprendido que desafiando las creencias que están a la base, y movilizando las emociones y la corporalidad que están en coherencia con ellas, movilizo nuevas posibilidades.

He encontrado, por ejemplo que: 
  • Convivimos con la creencia que existe un premio en el futuro, y que depende de cómo hagamos las cosas, serán las posibilidades de ganarlo o perderlo. Esta creencia, desde lo emocional, nos saca del presente. Así, la “búsqueda de la felicidad”, o del “paraíso” en su versión religiosa, genera ansiedad y angustia, tras amenaza implícita de que si no somos LO SUFICIENTEMENTE buenos, no la alcanzaremos. 
  • También, que en muchos opera la creencia de que más es mejor. Así, de la mano de la ansiedad se construyen todas las estrategias acumulativas que persiguen alcanzar niveles de suficiencia asociados a lo material. 
  • y que existe la creencia que  necesitamos ser de los mejores (paradigma del éxito). Nos esforzamos y nos exigimos con estrategas competitivas. Así, surge la ansiedad de comparse con otros, que se acompaña de la frustración, vergüenza o el sentimiento de inferioridad, que surge de juzgar que se está por debajo de ese estándar que opera como mandato. 

Siento que confundimos PULIR, buscando la mejor versión de nosotros mismos, con SER más o TENER más. Siento que al compararnos con otros nos olvidamos de nuestros dones y del hecho que tal como somos, somos únicos y perfectos.

Por aquí va la génesis de los Temazcales Ontológicos. En ellos, mediante estrategias de coaching grupal revisamos las creencias personales y las develamos. Luego, en este ritual ancestral que representa un renacimiento desde un vientre en la madre tierra, sanamos a este ser acostumbrado a vivir siendo insuficiente, lo invitamos a inspirarse en la naturaleza, donde cada animal o vegetal es suficiente y buscamos poner la energía en el presente, donde se encuentran los verdaderos presentes de vivir para  conectar con la gratitud, como puerta para acceder a la suficiencia.

lunes, 28 de abril de 2014

Florecer en Otoño


Como siempre comento, mi jardín esta lleno de posibilidades de aprendizaje. Hoy quiero comentar acerca de mis reflexiones observando un hermoso lirio que floreció este otoño.
Primero partí informándome y encontré que en estas flores, que se abren al inicio de la primavera, se activa un mecanismo que se conoce como vernalización. Este gatilla el fenómeno en el momento exacto para que tenga lugar la polinización. Según estudios, las plantas reconocen esta estación porque "recuerdan"gracias a que acaban de atravesar un largo período de frío, mediante una molécula en su ADN llamada COLDAIR.
Leí también que esta molécula crea una memoria celular que se activa en las plantas luego de trascurrir 30 a 40 días de frío. En ese momento, un gen llamado FLC, que se ha dedicado a suprimir la producción de flores durante el otoño y el invierno, es silenciado, y la planta se prepara para florecer.
Entonces¿Qué puede haberle ocurrido al lirio de mi jardín?
¿Se le habrá desactivado este curioso gen o se confundió con las altas temperaturas?.
Como sea, aprovecho esto para mi afición de asociar los fenómenos de la naturaleza con la forma en que los humanos habitamos este planeta y no puedo evitar pensar en el fenómeno de florecer o abrirse al mundo asociado a los ciclos de la vida.
Mirando desde el coaching  me imaginé que las creencias que los seres humanos vamos instalando en muestro ser actúan como el gen FLC que inhibe la floración cuando no están dadas las condiciones para hacerlo. También que nuestro devenir en transparencia hace difícil que alguien florezca sin que otra persona intervenga.
Pienso que un proceso de coaching ayuda a florecer en otoño, o en un momento de la vida donde no se espera que esto ocurra de manera espontánea. El coach recrea las condiciones necesarias para que el florecimiento ocurra, y las personas desafían sus miradas del mundo para lograr la expresión de su potencial y encontrar la mejor versión de sí mismas.


lunes, 7 de abril de 2014

Aprender de las Mujeres Mayores



La tarde del sábado, en una hermosa terraza frente al mar, coincidí con una mujer de unos 65 años. No nos conocíamos de antes (era la mamá de mi amiga y dueña de casa), ni nadie nos había presentado, pero no fue necesario, yo diría que nos despertamos algún tipo de curiosidad mutua.

Según experiencias anteriores, en circunstancias como estas, podemos elegir hablar de cosas triviales como el clima y la belleza del lugar, o decidirnos a compartir algo de nuestras almas. Si esto se da, nos involucramos en una conversación profunda en la que cualquier cosa puede suceder. 

En esta ocasión, esta mujer y yo, previa dinámica perruna de tomarnos el olor, elegimos sostener una conversación tan variada y personal, que después de unos días sigue resonando en mi corazón. 

Comenzamos suavemente, hablando de la biblioteca del lugar, y de cómo los libros libros dicen tanto de quienes los eligen; seguimos conversando del legado que dejamos a hijos y nietos, de las cosas que dejamos impresas en sus discos duros aún sin querer; de nuestras sombras reflejadas en la forma de ser de nuestros hijos; de la vibración de los lugares y cómo ésta influye en la manera en que nos sentimos; de nuestra necesidad de pertenecer y de las cosas que hacemos los seres humanos por ser parte de una manada; también compartimos nuestra experiencia de haber sido madres, las dos, de hijos con dificultades para insertarse en el sistema educacional; y entre muchas otras cosas, compartió conmigo como había descubierto que sus nietos veían de ella sólo una parte, como si en su vida sólo hubiese sido abuela.

Después de esta agradable conversación, se me apareció el recuerdo de mis abuelas (que están con las estrellas) y he pensado en lo poco que conocí de ellas. Me he estado preguntando: Cuáles habrán sido sus sueños…¿los habrán podido cumplir o habrán vivido con frustración?, ¿habrán sido mujeres apasionadas o habrán vivido resignadas?, ¿habrán descubierto lo que las hacían fuertes y lo que las hacían perder poder?.


Esta mujer me mostró una parte de su alma, y con su gesto, me abrió una puerta para pensar en el legado de las mujeres de mi familia dejaron en mi y en la abuela que quiero convertirme algún día. Aprendí con ella que conversar con las personas que caminan por delante parece ser un requisito para el aprendizaje, pero también lo significativo que es dar espacio para que los más jóvenes nos conozcan, sintiéndonos eslabones de una gran cadena de aprendizajes.

jueves, 3 de abril de 2014

¿Qué nos trae el otoño?


Como he comentado en mis entradas anteriores, cada día estoy más segura de que la mayoría de las respuestas aparecen mirando por la ventana y observando a la madre tierra.

Por estos días los árboles de ven cansados, sus hojas cambiar de color y en algunos, ya han comenzado a tapizar la tierra. La disminución progresiva de la temperatura y los días más cortos activan la necesidad de ajustar su metabolismo y comienzan a prepararse para el invierno.

Lo anterior me recuerda el miedo. Esta emoción básica que se activa en los seres vivos frente a las amenazas.

¿Será que los árboles están experimentando alguna manera miedo?.
Si esto está ocurriendo afuera, ¿qué sucederá en nuestro interior?
¿Tendrá esto que ver esto con la sensación de vulnerabilidad que escucho de las personas que me consultan y también en mi misma?

Me he convencido de que a las personas, el entorno nos influye más de lo que alcanzamos a darnos cuenta. Me pregunto...¿Qué cambiaría si este fenómeno fuera más consciente?.  Pareciera que como lo ha sido para los pueblos más vinculados con la tierra,  aceptar esta incomodidad invitaría a soltar las hojas que insistimos en sujetar (o como diríamos en términos humanos, controlar).

¿Cuánta energía gastaremos intentando controlar lo que está fuera de nuestro alcance o pretendiendo sentir como en la primavera o el verano?

Otra cosa que me surge mirando mi jardín en otoño, es la posibilidad que se despliega (para algunos árboles y arbustos) al ser podados, para que broten sanos y fuertes en primavera. Así, buscando las semejanzas...¿Será esta la temporada de pedir ayuda para podar aquello que molesta?


viernes, 21 de marzo de 2014

Aprendiendo del Águila

Me encontré con este relato, que espero sea cierto, porque refleja (de manera algo brutal) aquello que siento que las mujeres necesitamos hacer en algún momento de nuestras vidas. 

Ayudadas por el coaching los procesos de transformación son menos solitarios y duros que para el águila, sin embargo siempre será necesario apelar a una cuota de coraje cuando necesitamos dejar lo conocido y nos aventuramos por territorios desconocidos.

Los procesos de transformación buscan reconocer lo aprendido, desprendiéndonos de lo que ya no nos sirve, para escuchar los mensajes del alma y hacernos cargo de nuestro propósito vital. Descubrir cómo queremos caminar la vida enciende con energía renovada nuestra pasión.

La historia del águila

El águila real americana es el ave que posee la mayor longevidad de su especie, llega a vivir hasta 70 años. Pero para llegar a esa edad, en el ecuador de su vida tiene que tomar una seria y difícil decisión.

A los 40 años, sus uñas curvas y flexibles no consiguen agarrar a las presas de las que se alimenta, su pico alargado y puntiagudo comienza a curvarse apuntando contra el pecho peligrosamente, y sus alas, envejecidas y pesadas por las gruesas plumas hacen que volar sea una tarea muy complicada.

Es entonces, cuando el águila tiene que tomar una decisión y sólo tiene dos alternativas: dejarse morir, o enfrentar un doloroso proceso de renovación que durará unos ciento cincuenta días.

Ese proceso consiste en volar hacia lo alto de una montaña y refugiarse en un nido próximo a una pared, donde no necesite volar. Entonces, el águila ya refugiada comenzará a golpear su pico contra la pared hasta conseguir arrancarlo. Una vez amputado, tendrá que esperar a que nazca un nuevo pico con el cual, después, tendrá que arrancar sus viejas uñas.

Cuando las nuevas uñas comienzan a nacer, será el momento para desprenderse de sus viejas plumas arrancándoselas con su nuevo pico. Después de cinco meses muy duros, el águila real saldrá victorioso ejecutando su famoso vuelo de renovación y entonces dispondrá de 30 años más de vida.


martes, 18 de marzo de 2014

Regalos envueltos en Papel de Diario.

No sé de donde salió esto de los regalos envueltos en papel de diario, yo lo  he escucho desde hace años en Newfield  (debe ser de Julio Olalla), peroa mi, su significado, me ha ido llegando de a poquito, cada más profundo a partir de mis vivencias personales y los relatos de mis coachees. 

Entiendo que la expresión se refiere a esas cosas que llegan a nuestras vidas, y que a simple vista son tan poco atractivas que nos cuesta descubrir que son un verdadero regalo, y ahora vino a mi mente a partir de una lesión en el tobillo que me tiene hace dos semanas bastante limitada y adolorida. Antes de descubrir el regalo, estaba segura de que algo quería mostrarme esta parte de mi cuerpo que (de un momento a otro) dejó de ser silenciosa y acaparó toda mi atención.

Las noches de luna llena realizo un Círculo de Mujeres, que son un encuentro en torno a lo femenino y en los que, casi siempre, preparo temas inspirados  en saberes ancestrales. En el último, que me encontró lesionada y profundizando en los animales de poder, elegí trabajar el águila. Este animal alado que, para casi todas las culturas, representa  la fuerza, el equilibrio y la visión, y que para las culturas ancestrales es el maestro de la mirada panorámica y de la capacidad para esperar con serenidad.

El águila fue el pretexto perfecto para reflexionar acerca de cómo estas características estaban presentes en nuestras vidas o si necesitábamos incorporarlas, mirando en qué ámbitos estábamos actuando “desde la cancha chica” y  habíamos perdido la visión  en perspectiva.  

Con esas reflexiones fresquitas en mi mente, participé ayer en un taller. Sin contar detalles del contenido, necesito explicar que todo se realizó en torno a un círculo, que se hizo un trabajo práctico en el centro, y que todo se realizó a nivel del piso. Estas condiciones fueron  infranqueables para mi limitación física. Así que, circunstancialmente, me convertí en espectadora de lo que ahí sucedía. 

Después de un buen rato, de incomodidad física y psicológica, porque claramente no estaba participando de la forma que acostumbro a hacerlo,  y mis pensamientos me alborotaban diciéndome que me estaba perdiendo lo mejor,  mi ánimo decaía en picada, hasta que recordé al águila!.

Apareció frente mi una visión diferente,  pude observar, por primera vez, cómo se movía el grupo: su energía, las relaciones, los liderazgos y las distintas acciones que ocurrían de manera simultánea. Un lujo para alguien como yo que tengo una clara tendencia a estar en la acción, ya no me perdía de hacer y ganaba una nueva mirada. .

Entendí, en un nivel de comprensión más profundo, las posibilidades que aparecen cuando cambiamos el foco y aplicamos a la situación una mirada panorámica. Estoy entusiasmada con aplicar esta perspectiva a los distintos temas que ocupan mi vida, re-descubriendo el poder de ejercitar la visión del águila.  

Me quedo con la tarea de practicar y complementar mi mirada de protagonista con la mirada del espectador. Estoy  segura que este ejercicio será poderoso y  lleno de nuevas posibilidades.

Finalmente, puedo decir que "la mala pata" (casi literal al haberme lesionado el tobillo) ha sido mi regalo envuelto en papel de diario y más, que nuevamente estoy sorprendida de los misteriosos caminos que nos llevan a aprender.

lunes, 17 de marzo de 2014

Coaching y Animales de Poder


Las tradiciones nativas señalan que todo en el Universo tiene espíritu, y que el nuestro, se completa cuando logramos percibirnos en armonía con las distintas realidades que conforman el Universo. 

En la tradición nativo americana, se piensa que cada persona tiene un
 animal personal, el que funciona como un espíritu protector que busca ayudar en los desafíos cotidianos y en la búsqueda espiritual para lograr estar armonía con el universo. Esta figura recibe distintos nombres en las distintas culturas, yo he elegido trabajar con la simbología  de los animales de poder, dado que entregan mucha claridad a la hora de construir de nuevas coherencias ontológicas.

Desde una perspectiva psicológica y espiritual, estos Animales de Poder son habitualmente un reflejo del ser más profundo, son arquetipos o modelos de referencia cuyo comportamiento, características, poder y sabiduría sirven de inspiración para el desarrollo de las capacidades humanas. Representan simbólicamente la energía y las cualidades que las personas necesitan aprender para ser más efectivos en la vida, protegiendo y potenciando aquello que simbolizan.


Como en la mayoría de los procesos inconscientes, estos atributos se encuentran ocultos, reprimidos o son ignorados, por lo que el trabajo con el coach consiste en generar conversaciones para ir a buscar estas características y poderes, reconociéndolos y trayéndolos a la vida cotidiana.

Otra forma de entenderlo podría ser mirar la falta de poder personal en algún dominio de la vida, éste podría interpretarse como una desconexión de su Animal de Poder. En un proceso de coaching lo invitaríamos a venir como aliado, trayendo con él su fortaleza física y mental, y las capacidades propias del animal en cuestión, que serían necesarias para conquistar existencias más plenas, especialmente en el dominio que complica al coachee.


Reconociendo nuestro Animal de Poder se abre un mundo lleno de posibilidades. Ellos están ahí, esperando por nosotros para actuar como maestros o guías. Nos susurran en el silencio las pistas que necesitamos para seguir avanzando.

viernes, 14 de marzo de 2014

Atreverse a ser vulnerable



¿Qué entiendo por vulnerabilidad?, me refiero a la posibilidad de ser afectado por otro ser humano y por la vida en general.
Pienso que todos, unos más y otros menos, deseamos ser queridos, reconocidos y sentirnos parte de algún grupo de pertenencia (la tribu). Este deseo funciona como una fuerza que nos lleva a ajustar nuestros comportamientos para asegurarnos que esto suceda, tratamos de agradar.
Nos moldeamos de acuerdo a lo que pensamos que los otros esperan: padres, profesores y distintos representantes de la cultura que nos rodea.  En ese viaje de adecuación construimos personajes que nos alejan de nuestra alma y perdemos, a veces, la conexión con nuestro sentido de vida más profundo. Con nuestros personajes ponemos una barrera que nos limita para ser afectados por los demás, buscamos hacemos invulnerables!. 
En los procesos de coaching busco acompañar a las personas que me consultan, a que conecten con su ser primordial o alma o como queramos llamarle…, para mí, con ese pedazo de la Divinidad que habita en cada uno. Aquello que nos hace únicos, geniales e  irreemplazables.
Mediante conversaciones profundas y experiencias de aprendizaje busco desafiar las creencias que están a la base de la forma de ser que las personas que me consultan han aprendido, y que les  está impidiendo a sus almas brillar con todo su esplendor.
Algunas personas llegan con miedo y se entiende…,  seguramente intuyen que cuando suelten los condicionamientos que traen y se dejen afectar, la tristeza los visitará más seguido, pero aprenden pronto que eso no es todo, ya franqueando las barreras, también se hacen más susceptibles a la alegría, a la compasión, a la ternura y a todas las emociones que colorean la vida.
Para que lo anterior aparezca, las personas solo necesitan una cuota de coraje y la disciplina para sostener las nuevas coherencias. Cuando aprenden a  andar con el corazón abierto, éste se les fortalece, mejoran sus relaciones y se conectan con el sentido  de vida.

Para mí, ayudar a despertar el coraje (para que se atrevan  a ser vulnerables) me regala la posibilidad de conectar a las personas con sus dones, y con las ganas de servir al mundo con aquello que los hace único y especiales. 

miércoles, 19 de febrero de 2014

Mi experiencia a cargo de un Grupo de Aprendizaje

El 2013 fue mi primer año como supervisora (o mentora)  en un grupo alumnos en el programa APC (El Arte del Coaching Profesional, en la Escuela de Coaching Newfield Network). En este rol acompañé a 8 personas en su trabajo grupal e individual para convertirse en coaches ontológicos.
Es increíble todo lo que aprendí en este proceso, cuando aparentemente eran ellos los que aprendían de mí. Partí desafiando un aprendizaje incorporado en mis años como docente en la universidad donde nos referíamos a los alumnos como “el curso que me tocó”, y creo que recibí a Fénix (mi grupo) con la idea de “el grupo que me tocó”, nada que ver…estoy segura de yo “les toqué”,  y las explicaciones solo me conectan con la misteriosa forma de aprender que tenemos los seres humanos.
Aprendí a reconocer al misterio como parte del proceso, lo que  me evocó la humildad en toda su grandeza.  Fui una facilitadora para que lo que tenía que ocurrir, ocurriera, … ¡qué gran  honor!. Acompañar en sus aprendizajes a seres humanos tan bellos y valientes, fue sin duda un privilegio.
También aprendí a reconocer en ellos la confianza  incondicional, lo que me lleva a valorar la importancia de cuidar a las personas  en procesos donde abren sus corazones y sus almas. A propósito de esto he recordado otros programas donde no se pone énfasis en el cuidado mientras las personas se entregan por entero. Qué alegría pertenecer a una institución que pone el cuidado como elemento central de la formación y la práctica del coaching.  

Me metí en un lío tratando de escribir acerca de mis aprendizajes porque reviso la experiencia y me aparecen  aprendizajes en todos los planos, desde lo más técnico a lo más trascendente. La posibilidad de escuchar y ver nuevamente hacer coaching a Julio Olalla, tener a un maestro como él, tan cerca, y ser parte de un equipo de personas excepcionales…es sin duda un lujo!. Finalmente, la posibilidad trascendente de servir fue un placer. Quedé llenita de gratitud.

Coaching Ontológico: una mirada personal

Por alguna razón no me ha resultado fácil  explicar a qué me dedico, así que para resolver este inconveniente me propuse escribirlo "en fácil", no sé si  lo conseguí, pero al menos en la práctica entenderlo así, me ha servido para acompañar en sus aprendizajes a quienes buscan mis servicios y para enseñar a mis alumnos en la Escuela de Coaching Ontológico de Newfield Network.
Escojo como punto de partida la idea de que todos tenemos una forma de ser, a pesar de haber llegado a esta vida con  la posibilidad de ser de múltiples maneras. Esta forma de ser se construye desde niños, aprendiendo consciente e inconscientemente de  padres, hermanos, profesores y de todos aquellos que consideramos modelos a seguir. También influyeron el país, barrio, colegio y los discursos históricos implícitos de la época que nos tocó vivir, entre muchos otros factores.
Cada vez que aprendimos a ser de una determinada manera, nos identificamos con ella, nos olvidamos que al elegir una característica despreciamos otras, motivados por la búsqueda del amor, la aprobación y la necesidad de sentir que pertenecemos a una tribu . 
Al no elegir de manera consciente, llegamos a pensar que “éramos así” y que no había forma de ser de una manera distinta. Así se construye la larga y descriptiva lista que acompaña al yo soy. 
He entendido de biólogos como Humberto Maturana y Francisco Varela, así como de postulados de varios filósofos modernos, que el ser humano tiene la capacidad de "crearse" a sí mismo y modificar su ser, o mejor dicho, el ser que está siendo. El coaching ontológico sostenido en estas premisas, busca que las personas se den cuenta de que la forma de ser que sostienen, es aprendida y por lo tanto pueden cambiarla.
Para explicarme mejor daré un ejemplo personal. Desde pequeña aprendí que era un valor ser fuerte. Tuve muchas señales de mis padres y entorno que confirmaron esta creencia, así que me esforcé por años en convertirme en una mujer muy fuerte. Para lograrlo aprendí a esconder mi vulnerabilidad y rechacé pedir ayuda, intenté no sentir algunas emociones que juzgaba me hacían parecer más débil y me negué a escuchar los mensajes de mi cuerpo y de mi alma, que gritaban por atención y cuidados. En síntesis, llegué a identificarme tanto con esta forma de ser, que asumí como costos necesarios el cansancio y la soledad, pues yo era así. Necesité cambiar esta creencia y conectarme con mi vulnerabilidad (que había negado) para cultivar relaciones más profundas y nutritivas, desarrollar mi vocación de servicio y atender a mi cuerpo que había comenzado a enfermarse para reclamar mi atención.
Un proceso de coaching ayuda a mirar y revisar las creencias que están a la base de nuestro comportamiento, para desarrollar otras formas ser que posibiliten una vida más plena.
Desde el modelo que aprendí, entiendo que cada forma de ser tiene tres dominios claves: una corporalidad que está en coherencia con un mundo emocional y lingüístico, a esto le llamamos observador. Su observador le permite a las personas hacer lo habitualmente hacen, y se “complica” cuando tiene que hacer cosas distintas, por lo tanto, en un proceso de coaching ontológico, se desarrolla el cuerpo que la persona necesita, se revisan sus creencias y distintos aspectos del dominio lingüístico y se amplía su repertorio emocional, todo para lograr una nueva coherencia que le permita hacer lo que necesita aumentando las posibilidades de acción y poder personal que le permitía el observador que había sido hasta entonces.
El Coaching Ontológico utiliza conversaciones y experiencias de aprendizaje, tanto individuales como grupales, para visitar los nuevos territorios de aprendizajes. Los procesos de coaching se realizan en una relación horizontal, donde el coach pone al servicio de quién lo consulta todas sus distinciones y su mirada, en un contexto cuidado y desafiante que es propicio para aprender nuevas formas de habitar el mundo.

martes, 18 de febrero de 2014

Un lugar para el aprendizaje rodeado de naturaleza

La mayoría de mis actividad las realizo en o con la naturaleza y la sabiduría de la Madre Tierra. En el Arrayán, estoy cerquita del centro de Santiago, tengo unas vistas impresionantes a la montaña y trabajo escuchando el sonido del río. Estoy convencida que la mayor parte de las respuestas a nuestras preguntas existenciales se encuentra en la naturaleza y que es un contexto generoso que nos ayuda a comprender lo que necesitamos.

Intento que mi centro sea un lugar acogedor, con calorcito a leña en invierno y flores frescas, y una serie de detalles para que las personas que lo visiten se sientan seguras, contenidas y cuidadas.

Aprendiendo desde mi Jardín

A fines del invierno comencé un cultivo de flores. Recomiendo esta actividad para aprender de la vida y de uno mismo, y de paso tener un verano florido como el mio.
Quisiera compartir que haciendo almácigos pude observar que sólo un porcentaje de las semillas germina,  y que de las que germinan, varias mueren siendo muy jóvenes, aunque les haya proporcionado los mismos cuidados. También me sorprendí como cada semilla trae en su interior toda la información que necesita para ser una planta adulta y florecer. Pensé que no importa si me confundo con los tipos de semillas o los nombres de las flores, ellas no necesitan saber nada para florecer, como tampoco lo necesita el alma humana.
Trasplanté a mi jardín sólo plantas sanas y fuertes. Aprendí a escuchar sus necesidades de agua dependiendo del calor y pude comprobar como el bravo sol  de diciembre y enero, las llenó de fuerza y energía, y pienso en las cosas que me nutren de energía y en aquellas que me la quitan.
Le he dado vueltas a esto de sembrar y las semejanzas con hacer coaching: Aprendí que hacer buenos sustratos para sembrar podría parecerse a generar contextos adecuados para el aprendizaje, también a que cada flor tiene "su" momento,  ninguna brota antes de lo que le permite su especie y esto no es diferente a lo que sucede con las personas, que tienen cada una, su  propio ritmo. La naturaleza me recuerda que mi trabajo es acompañar, no empujar, aunque a veces me impaciente cada persona tiene su momento para brotar.
Finalmente, algunas plantas florecieron descaradamente, mientras otras, crecieron pequeñas y delicadas completando entre todas un cuadro perfecto. Así, mirando flores de todos los tamaños y colores, compruebo una vez más, que la belleza está en la diversidad, y me llevo la imagen de mi jardín en verano como un regalo para cuando el invierno me invite a cultivar mi tolerancia y mi paciencia, recordándome que todos los seres humanos contribuimos con la belleza del jardín .




domingo, 16 de febrero de 2014

El uso de Rituales con Propósitos Terapéuticos

Los rituales entregan respuestas a preguntas espirituales profundas...

"Cuando se realiza un ritual la divinidad se hace presente". Se abandona lo trivial y aparece lo eterno, o como se diría usando terminología psicológica, se genera un cambio en el reino arquetípico.
Los Rituales operan en un sentido simbólico,  despertando emociones e invocando a lo sagrado. 
Dentro de los procesos de coaching, creo rituales para situaciones particulares, proporcionando a los participantes un contexto sagrado que les permite hacer declaraciones poderosas,  "transformar" una situación, o "aceptar" lo que no  pueden cambiar, entre muchas otras posibilidades. 
He ido incorporando a los rituales instrumentos sagrados, como el sahumador y la Kitra, que provinen de tradiciones ancestrales y no tienen un significado religioso directo para los participantes, para proporcionar una mayor conexión con lo sagrado y apoyar el propósito del rito.
Dado que los rituales operan como una experiencia psicomágica, se saltan las barreras con las que la mente consciente se opone a nuevas realidades e inauguran espacios de libertad que amplifican las posibilidades.
En ellos, he podido apreciar que cuando cuando las personas atienden a su interior y aquietan sus mentes, se revela su propia naturaleza y aparecen respuestas espirituales profundas.

sábado, 15 de febrero de 2014

Círculos de Mujeres

 
Son espacios  ancestrales de encuentro entre mujeres, que se reúnen en un ambiente de contención, respeto, amor, celebración, sanación, y espiritualidad femenina. 

Proyecto Crisálida: coaching para mujeres con cáncer de mamas

Algunas veces enfermedades como el cáncer de mamas se presenta como un terremoto que, sumerge a las mujeres en su propia oscuridad.
Se ha probado que  para obtener mejores resultados, con el tratamiento, necesitan sentirse contenidas y guiadas. Y si además aprenden que la enfermedad puede traerles un mensaje a sus vida, es muy posible que se les abra la posibilidades de una existencia más plena. plena.
Me he propuesto conducir a mujeres que se encuentran cursando un cáncer de mamas, a un viaje de transformación personal, que las lleve a vivir sus vidas desde un papel de víctimas de la enfermedad, a protagonistas de una experiencia de aprendizaje existencial.
Entendí que el cáncer de mamas es como curso acelerado, que enseña a las mujeres que el significado más profundo de lo que significa Ser Humano.
La experiencia de la vulnerabilidad, abre una puerta que permite acceder a una forma de ser más auténtica y conectad, con un sentido más profundo de la existencia.
Mi compromiso es que las mujeres que participen en el proyecto aprendan a reconocer aquello que las limita en sus vidas, aprendiendo de sus miedos y de sus creencias y también, a escuchar el mensaje que les trae su enfermedad, entendiendo por qué una parte de sus cuerpos ha dejado de funcionar silenciosamente.
Aprenderán lo valioso de trascender aspectos limitantes de la personalidad para visitar lugares emocionales de mayor poder personal, y a cambiar de  perspectiva, para observar la brevedad de la vida y disfrutar más intensamente de los buenos momentos.