Como siempre comento, mi jardín esta lleno de posibilidades de aprendizaje. Hoy quiero
comentar acerca de mis reflexiones observando un hermoso lirio que floreció este otoño.
Primero partí informándome y encontré
que en estas flores, que se abren al inicio de la
primavera, se activa un mecanismo que se conoce como vernalización. Este gatilla el fenómeno en el momento exacto para que tenga lugar la polinización. Según estudios, las plantas reconocen esta estación porque "recuerdan"gracias
a que acaban de atravesar un largo período de frío, mediante una molécula en su ADN llamada COLDAIR.
Leí también que esta
molécula crea una memoria celular que se activa en las plantas luego de trascurrir 30 a 40 días de frío. En ese momento, un
gen llamado FLC, que se ha dedicado a suprimir la producción de flores durante el otoño y el invierno, es silenciado, y la planta
se prepara para florecer.
Entonces…¿Qué puede
haberle ocurrido al lirio de mi jardín?
¿Se le habrá desactivado
este curioso gen o se confundió
con las altas temperaturas?.
Como sea, aprovecho esto para mi afición de asociar los fenómenos de la naturaleza con la forma en que los humanos habitamos
este planeta y no puedo evitar pensar en el fenómeno de florecer o abrirse al mundo asociado a los ciclos de la
vida.
Mirando desde el coaching me imaginé que las creencias que los seres humanos vamos
instalando en muestro ser actúan como el gen FLC que
inhibe la floración cuando no están dadas las condiciones para hacerlo. También que nuestro devenir en transparencia hace difícil que alguien florezca sin que otra persona intervenga.
Pienso que un proceso de coaching ayuda a florecer en otoño, o en un momento de la vida donde no se
espera que esto ocurra de manera espontánea. El coach recrea las condiciones necesarias
para que el florecimiento ocurra, y las personas desafían sus miradas del mundo para lograr la expresión de su potencial y encontrar la mejor versión de sí mismas.