Hace varios años me encontré con esta distinción y
cada vez me hace más sentido, puede ser porque
siempre reconozco algo de mí en “La Víctima”, pero también porque cada me identifico más con “La
Protagonista”.
En nuestra cultura, desde pequeños cultivamos la conciencia
de víctima. No sé si les tocó ver, alguna vez, a una madre consolar a un hijo, que se había
golpeado en la cubierta de una mesa, diciendo… “tonta mesa”, como si la mesa se
hubiera atravesado maliciosamente en el camino del niño. Recuerdo también
haberme visto usando o validando justificaciones que ponían la responsabilidad
de lo que nos sucedía afuera: “el profesor me tiene mala”, “el clima no quiere
que yo salga”, “mi mamá no me ayudó nunca a hacer las tareas”, “mi papá se la
pasaba trabajando”; “soy el hijo del
medio”, y un sinfín de explicaciones,
coronadas por la mala suerte, que a mi juicio, son entelequias para calmar las
dudas acerca de nuestra eficacia personal.
A excepción de la mala suerte, en la que definitivamente no creo, y de la mala barra de un profesor, que a estas alturas de la vida me parece poco probable, no descarto que alguno de los fenómenos que observamos y usamos como explicaciones, tengan impacto, o hayan tenido, en nuestras vidas. El punto es, hasta cuándo puedo seguir culpando a otros por las cosas que me suceden. Yo diría que es hasta cuando aparece la conciencia del PROTAGONISTA, la que observa el fenómeno como un desafío superable si realiza algún tipo de aprendizaje, aunque no se le ocurra cómo hacerlo solo.
Desde el lugar de
protagonista se observan las condiciones externas como “condiciones
desafiantes” y como una oportunidad para vivir mejor, mientras que en la
conciencia de VÍCTIMA se pone el foco en el problema, desatendiendo el
bienestar personal y las estrategias que pueden
realizase para cambiar la situación que perturba, dentro de las cuales,
una de las más valiosas es pedir ayuda, reconociendo que muchas veces, el
observador que somos no visualiza resultados satisfactorios pero la mirada de
otros amplía la propia y se abren nuevas posibilidades de acción.
Mauja, te felicito en tu nueva andadura. Escribe, escribe que siempre habrá quien te lea. Date a conocer, enséñanos cosas y ábrete al mundo. Un beso grande.
ResponderEliminarVivi