No sé de donde salió esto de los regalos envueltos en papel de diario, yo lo he escucho desde hace años en Newfield (debe ser de Julio Olalla), peroa mi, su significado, me ha ido llegando de a poquito, cada más
profundo a partir de mis vivencias personales y los relatos de mis coachees.
Entiendo que la expresión se refiere a esas cosas que llegan a nuestras vidas, y
que a simple vista son tan poco atractivas que nos cuesta descubrir que
son un verdadero regalo, y ahora vino a mi mente a partir de una lesión en el tobillo que me tiene
hace dos semanas bastante limitada y adolorida. Antes de descubrir el regalo, estaba segura de que algo quería mostrarme esta parte de mi cuerpo que (de un momento a otro) dejó de ser silenciosa y acaparó toda mi atención.
Las noches de luna llena realizo un Círculo de Mujeres, que son un encuentro en torno a lo femenino y en los que, casi siempre, preparo temas inspirados en saberes ancestrales. En el último, que me encontró lesionada y profundizando en los animales de poder, elegí trabajar el águila. Este animal alado que, para casi todas las culturas, representa la fuerza, el equilibrio y la visión, y que para las culturas ancestrales es el maestro de la mirada panorámica y de la capacidad para esperar con serenidad.
El águila fue el pretexto perfecto para reflexionar acerca de cómo estas
características estaban presentes en nuestras vidas o si necesitábamos incorporarlas, mirando en qué ámbitos estábamos actuando “desde la cancha chica” y habíamos perdido la visión en perspectiva.
Con esas reflexiones fresquitas en mi mente, participé ayer
en un taller. Sin contar detalles del contenido, necesito explicar que todo se realizó en torno a un círculo, que se hizo un trabajo práctico en el centro, y que todo se realizó a nivel del piso. Estas condiciones fueron infranqueables para mi limitación física. Así que, circunstancialmente,
me convertí en espectadora de lo que ahí sucedía.
Después de un buen rato, de
incomodidad física y psicológica, porque claramente no estaba participando de la forma que acostumbro a hacerlo, y mis pensamientos me alborotaban diciéndome que me estaba
perdiendo lo mejor, mi ánimo decaía en picada, hasta que recordé al águila!.
Apareció frente mi una visión diferente, pude observar, por primera vez, cómo se movía
el grupo: su energía, las relaciones, los liderazgos y las distintas acciones
que ocurrían de manera simultánea. Un lujo para alguien como yo que tengo una
clara tendencia a estar en la acción, ya no me perdía de hacer y ganaba una nueva mirada. .
Entendí, en un nivel de comprensión más profundo, las posibilidades que aparecen cuando cambiamos el
foco y aplicamos a la situación una mirada panorámica. Estoy entusiasmada con aplicar esta perspectiva a los distintos temas que ocupan mi
vida, re-descubriendo el poder de ejercitar la visión
del águila.
Me quedo con la tarea de practicar y complementar mi mirada de protagonista con la mirada del espectador. Estoy segura que este ejercicio será poderoso y lleno de nuevas posibilidades.
Finalmente, puedo decir que "la mala pata" (casi literal al haberme lesionado el tobillo) ha sido mi regalo envuelto en papel de diario y más, que nuevamente estoy sorprendida de los misteriosos caminos que nos llevan a aprender.
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